¿Alguna vez te has parado a pensar qué sería de la vida sin la luna, de la tierra sin el agua o de nuestros días sin las noches?

Las personas, al igual que el universo, tenemos una parte de luz y otra de oscuridad. Una parte que brilla y nos conecta con lo que nos nace mostrar y una parte oculta más nuestra que nos conecta con lo que nos cuesta sostener. Sin embargo, ¿es alguna mejor que otra? No. Las dos son necesarias para permitirnos vivir.

En general no hemos sido enseñad@s en saber gestionar la propia oscuridad, y es por ello que cuando trabajo con personas la premisa de la que parto es que todo está dentro de ti: lo que temes y lo que te permite saber cómo dejar de temer, lo que amas y lo que te permite conocer cómo aprender a amar. Mi base de trabajo es el autoconocimiento.

Mi propósito como psicóloga y acompañante es que te descubras para aprender a autorregularte. Que sepas quién eres, qué te mueve realmente, qué te nace y qué te conforma para que conquistes tu propia seguridad personal, equilibrio emocional o aprendas a menstruar conscientemente si es tu caso, todo ello con un fin básico y esencial: la aceptación incondicional de ti mism@ como objetivo de cualquier proceso.

Por ello, para ello, el enfoque desde el que trabajo es integrador. A nivel académico, provengo de una formación en psicología centrada en la mente y el comportamiento, y mi propio proceso psicoterapéutico me ha permitido nutrirme enormemente de las correlaciones entre mente, cuerpo y emoción que la psicología humanista abraza.

Sin embargo, con aplicar técnicas y hablar de lo que te duele probablemente no será suficiente si no hay una motivación real detrás en la que tú creas que te haya llevado hasta aquí. Por eso, soy una fiel defensora de la responsabilidad y compromiso individual para cosechar resultados exitosos.